Más ó menos 250 años antes de Cristo, el matemático griego Arquímedes recibió la tarea de determinar si un artesano había engañado al rey Siracusa cambiando una porción de oro en la corona de Rey por una de plata. Arquímedes reflexionó sobre el problema mientras se bañaba. Ahí se dio cuenta que se desparramaba el agua a los lados de la bañera y la cantidad de agua que se vertía era igual en volumen al espacio que ocupaba su cuerpo. De repente este hecho le dio una idea para diferenciar la corona de oro y plata de una corona de oro puro. La leyenda dice que Arquímedes estaba tan entusiasmado con su descubrimiento que corrió desnudo por las calles de Atenas gritando: “Eureka! Eureka!” (Palabra griega que significa: Lo encontré)
Una historia interesante y graciosa jajajja
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